Afrontando la Dura Realidad

Sé que es difícil procesar cuando primero te dicen que tu hijo tiene alguna dificultad, alguna condición. No lo asimilas y piensas que hay un tratamiento, que hay una solución. Al principio no lo asimilas, no sabes la magnitud del problema. Estás aturdida, desarmada, vulnerable, porque desconoces todo. Lo único que sabes es que acabas de ser madre, que tienes un bebé, que hay muchos proyectos, planes, ilusiones, y de repente, todo eso se derrumba de la nada. Pero aún así, sigues con una fe, con una esperanza de que esto tal vez sea como una gripe, como un virus que lo tratas, locuras, y el día de mañana ya solo queda en el recuerdo.

Ajustándote a una Nueva Realidad

Conforme pasa el tiempo, te vas adaptando, te vas haciendo a la idea de que tus planes, tus sueños no se llevarán a cabo como tú lo pensabas, como tú lo esperabas. Hay momentos en los que a solas lloras, tal vez te sientes culpable, tal vez te sientes responsable de lo que está pasando, te sientes juzgada, te sientes aturdida, y a solas te preguntas: ¿ahora qué sigue? ¿Cómo le voy a hacer?

Las Luchas Diarias

Y van pasando los días, van pasando los meses, los años. Tu bebé sigue creciendo. Es muy difícil ver a los niños que tienen la misma edad que tu hijo. Cómo juegan, cómo corren, cómo ríen. Y de pronto, imaginas a tu niño entre ellos, y duele. Cuando volteas y lo ves postrado en una silla, te derrumbas. Cuando llega la hora de entrar a la escuela y batallas para encontrar un lugar para él, te sientes juzgada, te sientes atemorizada.

El Deseo de Integración

Porque no sabes qué trato le van a dar. Pero tú, en tu amor de madre, en tu necesidad de pensar que todo va a estar bien, quieres que tu hijo vaya a la escuela, quieres que tu hijo se relacione con los demás niños, quieres integrarlo, quieres que sea aceptado, quieres que el mundo, que la sociedad, lo vea con el amor que tú lo ves como madre, y sufres cuando te das cuenta de que no es así.

La Carga de la Incertidumbre

Te vas dando cuenta de que no hay un lugar ni para él ni para ti en la sociedad e incluso en la familia. Qué difícil es cuando te preguntan por qué nació así, qué le pasó, e incluso se atreven a decirte que no te cuidaste en el embarazo. Y es muy difícil tener respuesta para esas preguntas.

Una Experiencia Personal de Superación

En lo personal, te estoy hablando desde mi experiencia. Yo no aterrizaba el hecho de que me dijeron: «Tu hija Saray tiene un daño cerebral». Yo no sabía la magnitud del problema. Cuando la niña empezó a crecer, cuando la quise integrar, fue donde me di cuenta. Saray entró a los 7 meses a un centro de atención múltiple. Fue ahí donde aprendí a estimularla y fue ahí donde nuevamente nació mi esperanza cuando me dijeron: «La vamos a llevar con un neurólogo especialista».

El Poder de la Esperanza y la Superación

Y ciertamente, la neuróloga que en aquel entonces me atendió a Saray y hasta la fecha la sigue atendiendo me dijo: «No te preocupes, la ciencia está muy avanzada. Hay medicamentos, hay terapias, hay tratamientos para darle a tu hija una mejor calidad de vida». Y ciertamente así pasó.

Conclusión

A ti, mamá, que estás pasando por esto, a ti que apenas empiezas con este diagnóstico, y a ti, mamá, que tal vez te sientas como yo me sentí en su momento, quiero decirte que esto pasa. Te animo a enfocarte más en ti, en tu persona y en tu bienestar, en lugar de buscar respuestas o culpables. Recuerda que tu niño o niña estará bien si tú lo estás. Una parálisis cerebral no hace la diferencia, no detiene el mundo. Por lo tanto, no permitas que detenga tus sueños, tus planes o tus ilusiones.

Autor:
Griselda Baca (mamá de Saray)